San Marcos aprieta el liderato
A dos puntos del líder y con cinco fechas por jugar, el mensaje fue simple y contundente: el campeonato sigue abierto. En el Carlos Dittborn, San Marcos de Arica venció 3-0 a Deportes Concepción y se subió con fuerza a la pelea grande. El resultado no sólo vale por los tres puntos; es una señal en un tramo del torneo donde cualquier duda se paga cara.
El marcador se abrió con oportunismo y se cerró con autoridad. Camilo Melivilú rompió el partido, Facundo Velazco estiró la ventaja y Marcos Camarda remató la faena en el tiempo añadido para sellar una goleada que alimenta la confianza. El plan se ejecutó con paciencia y sin regalar atrás. Cuando el partido pedía claridad, San Marcos la encontró.
No estuvo en el banquillo el entrenador principal, Germán Cavalieri, por suspensión. Tomó el mando su asistente, Iván Sandrock, y la respuesta del equipo fue nítida. “El grupo está bien integrado con la idea. Hoy se reflejó en el marcador y nos da una enorme satisfacción estar a dos puntos del puntero”, explicó tras el pitazo final. Nada estridente, nada sobreactuado: una declaración de funcionamiento y foco.
Sandrock no se guardó la línea del club: “Como dijimos desde el primer día, vamos a pelear este campeonato hasta el final”. Esa frase, repetida puertas adentro, ayuda a ordenar las cabezas en una etapa en la que el nervio manda. Mantener la misma hoja de ruta —solidaridad defensiva, ocupación de espacios, tiros simples— vuelve más fácil competir cuando la presión sube.
¿Qué cambia con este 3-0? Que San Marcos pasa a depender menos de terceros y más de su regularidad. El ascenso directo se juega en detalles: una pelota parada, una cobertura bien hecha, un cambio a tiempo. En la Primera B, el campeón sube y el resto se reparte opciones en la postemporada. Por eso cada punto pesa oro. Ganar con margen también suma: despeja dudas y alimenta la diferencia de gol si hay empates en la tabla.
En el vestuario nadie habla de calendario, sino de “cinco finales”. Sandrock lo repitió y los jugadores lo compraron. En la práctica significa preparar cada partido con un plan específico, rival por rival, sin mirar más allá del fin de semana. Y aceptar que habrá que sufrir fases del juego: no siempre se puede mandar, a veces toca resistir y esperar la jugada limpia.
El dato físico asoma como clave. Varios jugadores venían con molestias de jornadas anteriores y el cuerpo técnico valoró el respiro de estos días para recuperar piernas. En la B chilena se viaja mucho y Arica está en el extremo del mapa: los desplazamientos largos condicionan cargas, descanso y microciclos. Con dos salidas consecutivas en el horizonte, administrar energías es tan importante como acertar en la pizarra.
El Carlos Dittborn empujó. Se notó en la intensidad de los duelos y en cómo el equipo sostuvo el ritmo. Los “Bravos del Morro” volvieron a sentirse eso, bravos, en casa: serios atrás, prácticos en la mitad y efectivos arriba. Cuando el marcador se abrió, no deambularon. Fijaron la ventaja, la defendieron y la ampliaron sin mirar al reloj.
Los nombres propios ayudan a contar la tarde. Melivilú apareció para quebrar la tensión inicial. Velazco acompañó un momento clave, cuando el partido podía ensuciarse. Camarda, ya en el añadido, puso el broche para que la victoria tuviera forma de mensaje. Tres ejecutores distintos para un mismo libreto: correr a la espalda cuando el espacio lo permite y mantener la calma cuando no.
También hubo gestión de banco. Sin hacer revolución, el cuerpo técnico ajustó tiempos de cambios y cerró los pasillos por donde Concepción podía asomar. La lectura fue lógica: con dos goles arriba, no se regaló transición. Y con el tercero, se bajó la persiana. A estas alturas del torneo, administrar ventajas vale tanto como remontar partidos imposibles.
Del otro lado, Deportes Concepción se llevó un golpe que obliga a recalibrar. El equipo de Patricio Almendra salió a competir, pero encajó en momentos sensibles y no encontró respuestas. El entrenador analizará cómo sostener su plan sin ceder metros y cómo recuperar confianza para sus objetivos de temporada. En la B, una mala tarde no sentencia, pero en el sprint no hay demasiado margen para pérdidas seguidas.
¿Y qué viene ahora? Partidos con olor a cruce de miradas finales: rivales que también se juegan algo y que olerán cualquier temblor. La tabla está apretada y los rivales directos se cruzan entre sí. No será un camino lineal. La primera tarea de San Marcos es estabilizar rendimiento fuera de casa y mantener la fiabilidad que mostró en Arica. La segunda, sostener la competencia interna sana: que el que entra rinda como el que sale.
Queda por ver, además, el retorno de Cavalieri al área técnica y cómo se sincroniza con un equipo que funcionó bien bajo el mando de Sandrock. No hay contradicción ahí: es el mismo proyecto, con roles claros. Si la unión del cuerpo técnico se traduce en continuidad y ajustes finos, San Marcos llegará a la última fecha con opciones reales.
El escenario está planteado: dos puntos por remontar, cinco partidos para hacerlo, un grupo que cree en la idea y un estadio que vuelve a vibrar. El 3-0 a Concepción no cierra nada, pero abre una ventana grande. En Primera B, la consistencia manda. San Marcos la mostró cuando más dolía equivocarse. Y cuando eso ocurre en la recta final, suele marcar la diferencia.
Cinco finales y una plantilla al límite
La frase de cabecera no es postureo: “cinco finales” significa foco absoluto. Para vivirlas, San Marcos se aferra a tres claves simples: defender el área con oficio, no partir el equipo cuando pierda la pelota y ser contundente en la primera clara. El fin de semana todo se acelera y el primer impacto psicológico del 1-0 pesa. Con esa convicción y un plantel que se conoce, el ascenso directo dejó de ser una quimera y se volvió un objetivo alcanzable si el margen de error se mantiene en cero.
Esto no es fútbol, es una operación militar con balón. San Marcos no juega, domina. Y si siguen así, el título se lo llevan sin pedir permiso. ¿Concepción? Ni siquiera supieron que estaban en el campo.
El trabajo de Sandrock es admirable. Sin Cavalieri, el equipo no se desmoronó. Eso habla de una estructura sólida, no de suerte. Estos chicos tienen cabeza.
Melivilú? Bueno... pero no es Messi. Velazco? Tiene potencial. Camarda? Un gol de más. Todo esto es humo. La B chilena es un circo. Hoy ganan, mañana pierden con un equipo de amateur. No se crean que esto es Liga Profesional.
Me encantó cómo se mantuvieron tranquilos después del primer gol. No se volvieron locos, no se relajaron. Eso es madurez. Y el estadio... joder, se sentía la vibra. Eso no se compra.
San Marcos no solo juega fútbol, ejecuta una poesía táctica. Melivilú es el verso que rompe el silencio, Velazco el ritmo que sostiene, Camarda el cierre que deja eco. En Arica, el desierto canta, y el balón baila con el viento del Pacífico. Esto no es un partido, es un canto de resistencia y raíz.
Ganaron 3-0 y ya se creen campeones. Cinco finales? Qué tontería. La B es una lotería. Esperen hasta la última fecha antes de celebrar
Lo que más me impresiona no es el resultado, es cómo el equipo se mantuvo unido. En la B, con tantos viajes, tantas cargas, tantas lesiones, que un grupo siga creyendo en la misma idea... eso es raro. No es solo táctica, es cultura. Sandrock no inventó nada, solo reforzó lo que ya estaba ahí. Y los jugadores lo entendieron. No hay superhéroes, hay compromiso. Y eso, en un país donde todo se desmorona rápido, es lo más valioso que puede tener un equipo.
Hay que reconocer que el cuerpo técnico está haciendo un trabajo excepcional. No solo por los resultados, sino por cómo manejan la mente del grupo. Que los jugadores entiendan que cada partido es una final, que no miran la tabla, que se enfocan en el próximo rival... eso no se logra con gritos, se logra con confianza y coherencia. Y eso, en el fútbol chileno, es casi un milagro. No es solo táctica, es liderazgo. San Marcos tiene algo que pocos tienen: una identidad clara, y la disciplina para no desviarse. Eso, hermanos, es lo que gana títulos.
A veces pienso que el fútbol es la única cosa que aún nos une como país. En Arica, con el viento del mar y el polvo del desierto, no importa si eres de Santiago o de Punta Arenas. Hoy, todos somos Bravos del Morro. Este 3-0 no es solo un resultado, es un abrazo colectivo. No necesitamos héroes. Necesitamos equipo. Y ellos lo son.
Joder, qué orgullo me da ver a San Marcos así... no se crean que no lo vi venir, desde el primer partido de la temporada ya sentí que este equipo tenía algo especial. Melivilú, ese chico... tiene alma de guerrero. Y Sandrock, qué hombre, no grita, pero te mete el fuego en el alma. Cinco finales? Sí, y las vamos a ganar todas. No me importa si pierden el próximo, si siguen así, el ascenso es nuestro. Vamos Bravos!!!