Las raíces coloniales de la pobreza y desigualdad en América Latina según James A. Robinson, Premio Nobel de Economía

Las raíces coloniales de la pobreza y desigualdad en América Latina según James A. Robinson, Premio Nobel de Economía

El impacto histórico del colonialismo en Latinoamérica

James A. Robinson, reconocido economista y co-ganador del Premio Nobel de Economía, ha puesto de relieve un tema fundamental para entender la estructura económica de Latinoamérica: el legado colonial. Según Robinson, el colonialismo dejó una marca indeleble en las economías latinoamericanas, estableciendo instituciones que, hasta el día de hoy, han perpetuado la pobreza y la desigualdad. Estas 'instituciones extractivas', término utilizado por Robinson, fueron diseñadas para beneficiar a una élite gobernante, dejando a la mayoría de la población en condiciones desfavorables.

En su obra conjunta con Daron Acemoglu y Simon Johnson, abordada en el libro ‘Why Nations Fail’, Robinson explora cómo estas instituciones económicas y políticas originadas en la época colonial han determinado el destino económico de las naciones. En una reciente entrevista con BBC Mundo, el economista expresó que Latinoamérica es un claro ejemplo de cómo las decisiones políticas del pasado siguen teniendo repercusiones en el presente. La colonización no solo alteró las estructuras políticas y económicas sino también las sociales, imponiendo jerarquías que aún existen y dificultan el progreso económico inclusivo.

La colonización involucró la sistemática explotación de recursos naturales y humanos, particularmente indígenas, lo cual estableció un modelo económico basado en la extracción. Este modelo, señala Robinson, afectó profundamente la manera en que la riqueza y el poder han sido distribuidos históricamente en la región. Las élites coloniales se aseguraron de mantener el control sobre los recursos, lo que resultó en un crecimiento económico que no benefició a la mayoría de la población. Así, la pobreza y la desigualdad en América Latina no son fenómenos recientes, sino el resultado de siglos de dominación económica y social desigual.

Perpetuación de las desigualdades

Argumenta Robinson que, para entender la persistente desigualdad en Latinoamérica, es necesario ver más allá de los actuales problemas económicos y políticos; es imperativo mirar al pasado. La estructura de muchas de las naciones latinoamericanas se construyó sobre bases que favorecían la explotación y la exclusión. A pesar de los intentos de reforma y modernización, estas estructuras han sido difíciles de desmantelar.

Las reformas políticas y económicas contemporáneas han necesitado no solo abordar las desigualdades existentes, sino también romper con un modelo histórico que fue diseñado para perpetuarse. Este desafío no es menor, ya que implica cambiar prácticas y sistemas profundamente arraigados, una tarea que ha sido abordada con distintos niveles de éxito en la región.

La obra de Robinson y sus colegas sugiere que el cambio real y sostenible solo se logrará una vez que las naciones enfrenten y aborden estos problemas históricos. Esto requiere un cambio sistémico en las instituciones económicas y políticas, una tarea que es tanto compleja como urgente dado el creciente malestar social en muchas partes del continente.

Repercusiones actuales y desafíos futuros

La incapacidad de muchas naciones para establecer instituciones inclusivas ha repercutido en una serie de conflictos sociales y económicos. Las protestas que han estallado en varios países de la región en las últimas décadas reflejan el descontento generalizado con el statu quo. La población clama por cambios que permitan una distribución más equitativa de la riqueza y oportunidades.

Robinson sugiere que uno de los pasos esenciales para lograr un cambio significativo es el fortalecimiento de instituciones que prioricen el interés público sobre el privado. Esto incluye la promoción de políticas que faciliten el acceso a la educación, salud y justicia económica para todos, no solo para unos pocos privilegiados. También destaca la importancia de involucrar a comunidades indígenas y otras minorías en la toma de decisiones políticas, asegurando que sus voces sean escuchadas y consideradas en el desarrollo económico y social.

La importancia de aprender del pasado

A medida que las naciones latinoamericanas intentan redefinir sus rutas hacia el desarrollo económico sostenible, la lección más importante de la investigación de Robinson es que no se pueden ignorar los errores del pasado. El colonialismo dejó cicatrices profundas y, solo comprendiendo plenamente este legado, podrán los países avanzar hacia un futuro más justo y equitativo.

El camino puede ser complicado, pero los ejemplos de naciones que han logrado transformaciones significativas ofrecen esperanza. La clave está en implementar cambios estructurales que aborden tanto las causas como los efectos de la desigualdad. El éxito radicará en el compromiso de los líderes y ciudadanos para cerrar las brechas que el colonialismo abrió hace siglos.

En conclusión, James A. Robinson nos recuerda la importancia de ver la economía no solo como una serie de cifras y gráficos, sino como una disciplina profundamente influenciada por la historia y la política. Es una llamada a la acción para que Latinoamérica, reconocida por su diversidad y riqueza cultural, supere los retos del pasado y desbloquee su verdadero potencial económico.

Ian Yon Yon
  • Ian Yon Yon
  • octubre 31, 2024 AT 13:38

Lo que dice Robinson es innegable: las instituciones extractivas no son un error histórico, son el diseño original. Chile no es la excepción, y hasta hoy seguimos viendo cómo los mismos grupos controlan el agua, la energía y la educación. No es casualidad.

La desigualdad no nació ayer. Nació cuando los españoles decidieron que los mapuches no podían poseer tierra, y los colonos, sí.

Y ahora, en 2024, seguimos discutiendo si el Estado debe intervenir o no. La pregunta debería ser: ¿por qué tardamos tanto en cambiar lo que siempre fue injusto?

Carlos Jara
  • Carlos Jara
  • octubre 31, 2024 AT 14:59

Me encanta cómo Robinson desmonta la idea de que la pobreza es por falta de esfuerzo. No es eso. Es que el sistema fue diseñado para que unos pocos ganen y el resto solo sobreviva.

En la universidad, me enseñaron que Chile es un país de emprendedores. Pero si naces en una comunidad indígena en la Araucanía, tu ‘emprendimiento’ es sobrevivir al sistema. No es una metáfora. Es la realidad.

Robinson tiene razón: sin reformas institucionales profundas, cualquier política social es parche, no cura.

Y lo peor? Que muchos creen que con un bono o una ley de impuestos, se arregla todo. No. Se necesita reconstruir desde la raíz. Con voluntad política, no con discursos.

María Paz Vallejos Manríquez
  • María Paz Vallejos Manríquez
  • noviembre 1, 2024 AT 04:25

¡Claro! Pero no podemos seguir culpando a los españoles de todo. ¿Y nosotros? ¿Dónde estuvimos durante los últimos 200 años? ¿Por qué seguimos permitiendo que unos pocos decidan por todos?

Chile no es víctima del colonialismo, es cómplice de su propia inacción. ¡Basta de echar la culpa afuera! Tenemos que asumir la responsabilidad aquí, ahora, en nuestras casas, en nuestras escuelas, en nuestros votos.

Juan Pablo Bahamonde
  • Juan Pablo Bahamonde
  • noviembre 1, 2024 AT 21:15

Robinson tiene razón. Pero. No. No es suficiente. La historia no explica todo. La corrupción actual. La ineptitud. La falta de ética. Eso es culpa nuestra. No de los españoles. No de la colonia. De nosotros. Hoy. Aquí. Ahora.

Eduardo Olguin
  • Eduardo Olguin
  • noviembre 1, 2024 AT 22:16

Hay que distinguir entre causa y síntoma. El colonialismo fue la causa. Pero hoy, las élites locales son las que mantienen el sistema. No se trata de revancha histórica. Se trata de poder. Quien lo tiene, no lo quiere soltar. Y eso, eso no tiene color, ni bandera, ni siglo. Tiene nombre. Y es el mismo de siempre.

Sebastian Contreras Castro
  • Sebastian Contreras Castro
  • noviembre 2, 2024 AT 07:21

Es divertido cómo los intelectuales hablan de instituciones como si fueran entidades mágicas. No son mágicas. Son personas. Gente que se sienta en salas con traje y corbata, decidiendo quién puede estudiar, quién puede vivir en la ciudad, quién puede tener agua.

Robinson lo dice bonito, pero la verdad es que nadie quiere tocar el poder real. Porque si lo tocas, te matan. O te compran. O te silencian.

Y sí, el colonialismo lo inició todo. Pero el capitalismo local lo perfeccionó. Y eso, eso es lo que nadie quiere ver.

Lorena Mancilla
  • Lorena Mancilla
  • noviembre 3, 2024 AT 06:08

Me conmovió mucho lo de las comunidades indígenas. No es solo una cuestión económica. Es una cuestión de dignidad. ¿Cuántas veces hemos escuchado a un anciano mapuche hablar de su tierra y nos hemos quedado callados?

Robinson tiene razón: sin incluir a quienes fueron excluidos desde el principio, cualquier reforma es una farsa.

No necesitamos más leyes. Necesitamos escuchar. De verdad. Sin traductores. Sin intérpretes. Sin agendas.

¿Alguien ha ido a una asamblea comunitaria en la región de Aysén? No. Porque es incómodo. Pero es ahí donde empieza el cambio.

Luifelipe Briones
  • Luifelipe Briones
  • noviembre 4, 2024 AT 05:43

¡Qué poética es la historia cuando la cuentan con sangre y no con cifras! Robinson no habla de PIB, habla de almas.

El colonialismo no fue solo saqueo de oro. Fue saqueo de lenguas. De saberes. De cosmovisiones. ¿Cuántos niños mapuches fueron castigados por hablar su idioma en la escuela? ¿Cuántas mujeres rapanui fueron reducidas a ‘exóticas’ para el turismo?

La pobreza no es solo falta de dinero. Es falta de memoria. Es olvidar que antes de ser chilenos, fuimos lo que nos enseñaron nuestros abuelos.

Y ahora, con la nueva constitución, por fin alguien intenta devolver esa memoria. No es utopía. Es justicia.

Cristián Gutiérrez Rosales
  • Cristián Gutiérrez Rosales
  • noviembre 5, 2024 AT 02:55

Nadie quiere ver que esto no se arregla con leyes. Se arregla con muertos. Y no quiero ser brutal pero es la verdad. El sistema solo cambia cuando duele demasiado.

Victor Gonzalez
  • Victor Gonzalez
  • noviembre 6, 2024 AT 19:31

Estoy de acuerdo con todo lo que se ha dicho, pero hay algo que no se menciona con suficiente profundidad: la educación. No es solo que no tengamos acceso, es que la educación que tenemos está diseñada para reproducir la desigualdad.

¿Por qué los programas escolares siguen hablando de la independencia como si fuera un logro nacional, sin mencionar que fue una transición de una élite colonial a otra local?

¿Por qué no enseñamos a los niños que el sistema de pensiones fue creado para beneficiar a los ricos y que las pensiones de los campesinos se pagaban con el trabajo de sus hijas?

La desigualdad no se reproduce solo en los bancos. Se reproduce en las aulas. Y hasta que no cambiemos el currículo, hasta que no reescribamos la historia desde la perspectiva de los que sufrieron, todo lo demás es decoración.

Robinson lo dice, pero nadie lo aplica. Porque cambiar la educación es cambiar el poder. Y eso, eso asusta.

Victor Venegas
  • Victor Venegas
  • noviembre 8, 2024 AT 04:39

Lo que más me impresiona de Robinson es que no propone una utopía. Propone un camino. Y ese camino pasa por la inclusión real. No la simbólica. La real.

En mi barrio, en La Pintana, hay una mujer que lleva 15 años organizando talleres de lectura para niñas indígenas. Ella no tiene título universitario. Pero sabe más de instituciones inclusivas que muchos ministros.

El cambio no viene de arriba. Viene de abajo. De las comunidades que nunca se rindieron. De los abuelos que guardan las historias. De las madres que hacen colas por una vacuna.

Robinson lo dice, pero los políticos lo ignoran. Porque no les conviene. Pero nosotros, los ciudadanos, sí podemos. Y debemos. Porque la historia no se escribe con discursos. Se escribe con acciones.

Rodrigo Alejandro Avila Lorca
  • Rodrigo Alejandro Avila Lorca
  • noviembre 10, 2024 AT 02:17

¡Ojo! Robinson es un académico de Harvard. ¿Qué sabe él de Chile? ¿Cuántas veces ha estado en una toma de terreno? ¿Cuántos campesinos ha hablado? ¿Cuántos días ha dormido sin luz?

Todo esto es teoría bonita. Pero la realidad es que aquí, en Chile, el problema no es el colonialismo. Es la corrupción. Es la política. Es que no hay líderes. Es que todos quieren votar por el que promete más. Y eso no se arregla con libros. Se arregla con elecciones. Con votos. Con sacar a los ladrones.

Elinor Luco
  • Elinor Luco
  • noviembre 12, 2024 AT 01:44

La historia no es un peso. Es una brújula.

Robinson no nos está diciendo que somos víctimas. Nos está diciendo que tenemos una responsabilidad. La de no repetirlo.

¿Cuántas veces hemos dicho ‘ya basta’ y luego seguimos comprando en las mismas tiendas que explotan a sus trabajadores? ¿Cuántas veces hemos callado cuando alguien dijo ‘los pobres son flojos’?

El cambio empieza en el espejo. No en el Congreso.

Podemos ser parte del problema. O podemos ser parte de la solución. Pero no podemos seguir siendo espectadores. La historia nos mira. Y no va a esperar.

Karina Alejandra Preter Ancamil
  • Karina Alejandra Preter Ancamil
  • noviembre 12, 2024 AT 03:13

yo no se si es colonialismo o si es que somos flojos y no nos esforzamos!! pero si no cambiamos nosotros nada va a cambiar!! no es culpa de los españoles!! nosotros tenemos que hacer algo!! y no solo esperar que el gobierno lo haga!!

Macarena Francisca Villalon Tralma
  • Macarena Francisca Villalon Tralma
  • noviembre 12, 2024 AT 10:03

La teoría de las instituciones extractivas es un constructo ideológico que ignora la heterogeneidad cultural y la complejidad del desarrollo económico. Robinson, como muchos neomarxistas, reduce la realidad a una dicotomía binaria: opresores vs oprimidos. Esto es reduccionista, descontextualizado y, en última instancia, peligroso para la cohesión social.

La desigualdad no es un producto del colonialismo, sino de la dinámica de la globalización, la tecnología y la movilidad humana. No podemos volver al pasado. Debemos construir el futuro con realismo, no con resentimiento histórico.

Franco Noriega
  • Franco Noriega
  • noviembre 13, 2024 AT 22:59

Me encanta cómo Robinson pone el foco en las instituciones. No en los individuos. No en los ‘malos’ políticos. En los sistemas.

Y eso es lo que nadie quiere ver. Porque si cambias el sistema, no puedes seguir culpando a alguien. Tienes que cambiar tú.

En mi trabajo, en una ONG de educación en Valparaíso, vemos cómo los niños de barrios pobres no tienen acceso a libros, pero sí a celulares. ¿Por qué? Porque el sistema prioriza lo barato, lo rápido, lo visible. No lo profundo.

Robinson nos recuerda que el cambio no es de ‘más dinero’, es de ‘mejores reglas’. Y eso es lo que debemos exigir. No más bonos. Más reglas justas.

camila nicole muñoz aviles
  • camila nicole muñoz aviles
  • noviembre 15, 2024 AT 18:12

el colonialismo no se fue... se disfrazó de neoliberalismo y sigue ahi. y nosotros lo seguimos apoyando con cada compra que hacemos sin pensar. cambia tu vida, cambia el mundo.

Rodrigo Edd
  • Rodrigo Edd
  • noviembre 16, 2024 AT 17:20

yo creo que si todos trabajamos duro y no nos quejamos todo va a mejorar no es tan complicado solo hay que tener disciplina y no esperar que otros lo hagan por nosotros

Ian Yon Yon
  • Ian Yon Yon
  • noviembre 17, 2024 AT 21:26

Gracias por recordarnos que el cambio no viene de arriba. Pero no podemos confundir la disciplina personal con el sistema. Un niño que nace sin acceso a agua potable no puede ‘tener disciplina’ para resolver eso.

La pobreza no es un problema de voluntad. Es un problema de estructura. Y las estructuras no se cambian con buenos deseos. Se cambian con poder colectivo.

Robinson no habla de ‘esfuerzo individual’. Habla de ‘poder colectivo’. Y eso, eso es lo que asusta a quienes tienen el control.

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