Una batalla dura en Flushing Meadows
El martes en Flushing Meadows, Jannik Sinner mostró que, aunque sea el favorito absoluto, sigue siendo humano. El italiano, campeón defensor del US Open, se encontró con un Denis Shapovalov que comenzó el encuentro con una energía inusitada. El canadiense tomó el primer set 7-5, aprovechando unos saques potentes y una presión constante que dejó al número uno del ranking fuera de ritmo.
El momento crítico llegó al tercer set. Sinner, con el marcador 0-3 y 30/40 en su servicio, parecía estar al borde del colapso. Los espectadores sabían que una rotura allí podía decidir el partido. En lugar de ceder, el italiano encontró una calma inesperada y repartió nueve juegos consecutivos, girando el juego a su favor.
El italiano explicó después que la diferencia estuvo en la mentalidad: "Denis sirvió muy bien, empujó mucho, y yo también tengo mis límites. No soy una máquina". Esa frase resonó en la zona de prensa, recordando que incluso los mejores atraviesan momentos de vulnerabilidad.
El resto del encuentro quedó marcado por intercambios largos, como un rally de 30 golpes que terminó con un globo espectacular de Sinner, que dejó sin respuesta a Shapovalov. A pesar de una doble falta que cerró el primer set, el italiano supo recomponerse y llevarse los tres sets siguientes con claridad: 6-4, 6-3, 6-3.
Los récords que sigue construyendo Sinner
Esta victoria no solo le permite seguir en la defensa del título; también extiende varios hitos personales. Sinner llega a su décima aparición consecutiva en los octavos de final de un Grand Slam, una señal de consistencia que pocos jugadores pueden reclamar. Además, su racha en pistas duras de Grand Slam alcanza los 24 partidos sin perder, una marca que incluye sus triunfos en el US Open 2024 y los títulos del Australian Open 2024 y 2025, así como el de Wimbledon en césped en julio.
Otro detalle curioso es que, hasta ese momento, había ganado 14 sets seguidos en Nueva York. Ese flujo se detuvo cuando Sirvió por primera vez en la semana 1 del torneo, pero el italiano recuperó el control rápidamente.
Los analistas destacan que, aunque el italiano parezca imparable, la experiencia de Shapovalov le obligó a salir de su zona de confort. "Denis empezó muy bien y yo traté de mantenerme mentalmente firme", confesó Sinner. Esa fortaleza mental fue la que le permitió revertir la amenaza del 0-3 y cerrar el partido con autoridad.
Con la mirada puesta en los cuartos de final, Sinner sabe que los desafíos no terminan aquí. La exigencia de la pista dura, el clima de Nueva York y la presión de ser el campeón hacen que cada partido sea una prueba de resistencia. Sin embargo, su honestidad al reconocer que no es una máquina parece haberle quitado una carga: al aceptar sus límites, el italiano se permite trabajar en ellos y buscar la próxima mejora.
El público quedó con la imagen de un atleta que, a pesar de la dureza del torneo, sigue disfrutando del juego. El gesto de levantar la cabeza y dirigirse al público tras el triunfo subraya una humildad poco frecuente en el deporte de élite.