En 1971, Mario Vargas Llosa publicó uno de los análisis más detallados que se han hecho sobre la obra maestra de Gabriel García Márquez, *Cien años de soledad*. El ensayo titulado García Márquez: historia de un deicidio demuestra una profunda admiración y compromiso por desentrañar los elementos temáticos y estructurales que hacen de este libro una pieza crucial de la literatura latinoamericana.
Es fascinante ver cómo Vargas Llosa alaba la originalidad de García Márquez, subrayando la habilidad singular del escritor colombiano para mezclar mito, historia y realismo mágico en una narrativa tan cautivadora como la saga de la familia Buendía. El ensayo no solo destaca por su análisis perspicaz de las técnicas narrativas y los elementos simbólicos que definen la obra de García Márquez, sino que también enmarca la novela dentro del contexto cultural más amplio de América Latina, una región abundantemente rica en historias y mitos.
Este trabajo también ha sido esencial para esclarecer las complejas relaciones personales y profesionales entre Vargas Llosa y García Márquez. Antes de que sus diferencias personales y políticas los distanciaran, ambos escritores compartían una admiración mutua que es palpable en cada página del ensayo. A través de sus palabras, Vargas Llosa muestra una especie de 'himno a la amistad y admiración', como bien lo describió el diario El País.
La reciente reedición de Historia de un deicidio ha suscitado un renovado interés, no solo por sus críticas literarias, sino también porque nos recuerda la calidad de literatos que ambos autores representaban, incluso antes de que cada uno recibiera el Premio Nobel. Es un documento invaluable que ilumina el proceso creativo de García Márquez, mostrando cómo la cultura y la historia influenciaron su creación más reconocida.
A lo largo de los años, críticos como los de Clarín han alabado la estructura casi arquitectónica del ensayo, mencionando su rigor a la hora de descomponer la complejidad de *Cien años de soledad*. No es simplemente crítica literaria; es un estudio profundo que nos ofrece una ventana para entender no solo a García Márquez y su obra, sino la rica tradición literaria de toda una región.
Me encanta cómo Vargas Llosa le pone el foco a lo que realmente importa: que García Márquez no solo contaba historias, sino que reescribía la realidad con palabras como si fueran magia. No es solo literatura, es un acto de resistencia cultural.
Y sí, el ensayo es un himno... pero también un recordatorio de que hasta los genios se despiden con un puñetazo en la mesa.
¡NO ME DIGAN QUE NO SE LES PONE LA PIEL DE GALLINA AL LEERLO!
La forma en que Vargas Llosa desglosa cada página de Cien años como si fuera un mapa del tesoro... me hizo llorar en el metro. No es crítica, es amor con mayúsculas.
Claro, todos hablan de la magia, pero nadie menciona que el ensayo es una obra de arte en sí mismo. La estructura, el ritmo, la forma en que va tejiendo las capas... es como un jazz literario. Si no lo han leído en voz alta, no lo han leído.
Lo que más me impacta es que Vargas Llosa no solo analiza, sino que se pone en el lugar del escritor. Eso no es crítica, es empatía intelectual. Hoy en día, todos quieren desmontar, nadie quiere entender.
Y sí, el hecho de que ambos se hayan roto después no le quita valor al texto. Al contrario, lo hace más humano.
Y qué decir de la reedición? Me la compré en papel porque no quería que se me escapara. Lo leo cada año, como un ritual.
Algunos dicen que es un homenaje, yo digo que es un manual de cómo amar la literatura sin miedo.
Lo que nadie dice es que Vargas Llosa estaba escribiendo su propia carta de amor a la literatura, y García Márquez fue el canal.
La crítica más honesta siempre lleva un poco de deseo, no solo de análisis.
La precisión con la que Vargas Llosa describe la arquitectura de Cien años de soledad es inigualable. No hay una palabra de más, ni una de menos. Es un modelo de ensayo crítico.
Y aunque muchos lo tildan de exagerado, lo cierto es que él no exagera: él revela.
Chile no tiene a nadie que haga esto.
En cambio, Colombia y Perú se regalan ensayos como si fueran tesoros nacionales. ¿Cuándo vamos a dejar de ser el país que solo lee y no escribe?
Es un ensayo impresionante... pero no lo es tanto como creen.
Lo que realmente importa es que García Márquez escribió Cien años, no que Vargas Llosa lo analizara.
Y si no lo saben, la mayoría de los críticos están equivocados.
El realismo mágico no es magia, es un recurso barato.
Lo que sí es genial es que Vargas Llosa lo viera como tal.
Y no, no me importa si lo llaman elitista.
La literatura no es para todos.
Y si no lo entienden, no es mi problema.
El comentario de Juan Pablo Bahamonde es típico de quienes confunden crítica con desprecio.
Vargas Llosa no estaba desmontando a García Márquez, estaba levantando un monumento.
Y si no lo entiendes, es porque no has leído más allá de la portada.